Uno de los capítulos más importantes de la vida de María contempla la huída a Egipto de la Sagrada Familia. Apenas marcharon los magos de Belén un ángel del señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al Niño y a su Madre huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo “. (Mateo 2, 13). En un instante la alegría de la Virgen por la visita de aquellos personajes,que habían reconocido en su Hijo al Mesías, se trocó en dolor y angustia. Era bien conocida la crueldad del viejo rey de Palestina siempre temeroso de que alguien le arrebatar el trono, por eso había hecho asesinar a varios de sus hijos y a otras personas. El peligro era grande, pero Dios tenía unos planes de salvación que no podían dejar de cumplirse por la ambición y la iniquidad de un tirano. Sin embargo, El Señor no obra milagros llamativos, cuenta con la correspondencia de sus criaturas fieles; por eso los magos, después de recibir en sueños aviso de no volver a Herodes, regresaron a su país por otro camino. También José se comportó con docilidad: en cuanto recibió el aviso divino, se levantó , tomó de noche al Niño y a su Madre y huyó a Egipto. Comenzaba la primera de las persecuciones que Jesucristo había de sufrir en la tierra a lo largo de la historia, en Sí Mismo o en los miembros de su Cuerpo Místico. Se trataba de un viaje largo de varios centenares de kilómetros que debió durar 10 a 14 días. Es probable que en Hebrón o en Bersabé, a 60 km de Belén, se incorporaran a alguna pequeña caravana, pues hubiera sido casi imposible hacerlo ellos solos; el calor agobiante , la falta de agua, el peligro de bandidos, lo hacían absolutamente desaconsejable. La tradición supone que María, con el niño en brazos, cabalgaba sobre un jumento al que José conduciría por el ronzal. Se trató de una huida en la que a los sufrimientos físicos se acompañaba el temor de ser alcanzados por algún pelotón de soldados. Sólo cuando llegaron a la frontera de Palestina con Egipto, pudieron sentirse más tranquilos. Mientras tanto, en la pequeña aldea de Belén, se consumaba la matanza de un grupo de niños menores de dos años arrancados de los brazos de sus madres. Dios respeta la libertad de los hombres también cuando se empeñan en hacer el mal, pero con Su Sabiduría y Su Providencia sabe sacar del mal el bien. Dios escribe derecho con los renglones torcidos de los hombres. De todas formas, sólo a la luz del Sacrificio de Cristo en la cruz se esclarece este enigma. La redención se ha obrado por medio del sufrimiento del justo, del inocente por excelencia. 
La tradición no es unánime sobre el lugar de residencia de la Sagrada Familia en Egipto. Se integraron en una comunidad como emigrantes y allí José encontraría un trabajo que le permitiera sustentar dignamente, aunque pobremente, a su Familia. Según los cálculos más comunes, vivieron en Egipto al menos un año hasta que de nuevo un Ángel anunció a José que ya podía regresar a Palestina. Fueron meses de trabajo escondido y de sufrimiento silencioso con la nostalgia de la casa abandonada y al mismo tiempo con la alegría de ver crecer a Jesús sano y fuerte, lejos del peligro que le había acechado. A su alrededor contemplaba María mucha idolatría, figuras de dioses extraños, pero Ella sabía que también por aquellas gentes había venido Jesucristo al mundo. También ellos eran destinatarios de la Redención y la Virgen los abrazaba en su Corazón Maternal.


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