77. 🔺ORACION DEL PERDÓN

Queremos fijarnos bien en esta oración y reflexionar sobre su significado
profundo.

Es una oración, como la Oración del Perdón, que querríamos aprender a rezar diariamente, incluso con frecuencia durante el día .

Sin embargo, veamos primero lo que pasó con la Eucaristía y con los niños ese día en el Cabeco:
El ángel les enseñó a los niños a repetir la oración tres veces, tal como les había dicho que lo hicieran cuando rezaran la Oración del Perdón.

¿Tres veces? Lo que enseñaba el Ángel es a rezar insistentemente...

La oración constante nos lleva a tener una relación muy estrecha con Dios.

La oración constante también nos ayuda a afrontar pruebas severas. Por ejemplo, pensemos en el caso de Harold King, misionero que fue sentenciado a cinco años de aislamiento en una prisión china. Él contó sobre su experiencia: “Podía estar aislado de mis semejantes, pero nadie podía aislarme de Dios; me arrodillaba tres veces al día y oraba en voz alta, el espíritu de Dios guiaba mi mente hacia los asuntos más provechosos y me daba serenidad. ¡Cuánto consuelo y fortaleza espiritual me produjo la oración!”

La Biblia dice: “Oren incesantemente. Con relación a todo, den gracias” (1Tesalonicenses 5:17, 18).

Señor Dios, el Creador del universo nos anima a dirigirnos a él libremente en oración siempre que deseemos o necesitemos hacerlo .

¡Jesús mismo oraba con insistencia! Y ¡Qué fácil es descuidar la oración!

Ya el solo hecho de lidiar con las presiones de la vida diaria puede absorbernos de tal manera que no hagamos ningún esfuerzo por hablarle a Dios.

Jesús instó a sus discípulos a ‘orar de continuo’, y eso mismo hizo él (Mt 26:41). Aunque siempre estaba ocupado desde la mañana hasta la noche, dedicaba tiempo a comunicarse con su Padre celestial.

A veces se levantaba “muy de mañana, mientras todavía estaba oscuro”, a fin de ofrecer sus ruegos (Mc 1:35).

En otras ocasiones oraba al final del día, tras retirarse a un lugar solitario (Mt 14:23).

Jesús siempre sacaba tiempo para orar, y nosotros deberíamos seguir su ejemplo (1 Pd 2:21).

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