En enero de 1797 , una joven de 18 años llamada Rosina Buecher sintió un miedo repentino, temía que su padre y hermano que trabajaban en una mina de sal sufrirían un accidente grave. Instintivamente miró por la ventana y vió un espectáculo inesperado, la imagen de una hermosa joven había parecido en el cristal de la ventana; llamó a su madre quien también lo vió y ambas pensaron que debía ser la Santísima Virgen. Se pusieron en contacto con el párroco y alertaron a los vecinos. Todos coincidieron que la imagen era un retrato de la Virgen María. Rosina esperaba que la imagen fuera un mensaje de que su padre y su hermano volverían a la casa de manera segura, a pesar de su premonición y así fue. Habían sobrevivido a un accidente en la mina. Luego el párroco llevó el cristal para ser examinado por los expertos, quienes descubrieron que la imagen desaparecía cuando se sumergía en el agua, pero volvía a aparecer como antes cuando se secaba. El origen de la imagen fue declarado indeterminado y tanto el párroco como el obispo declararon que la imagen era milagrosa. La pequeña ventana fue donada a petición de los habitantes del pueblo a la iglesia parroquial para su veneración. La noticia se extendió rápidamente y los peregrinos comenzaron a reunirse en la Iglesia a rezar ante la imagen. Pronto curaciones milagrosas comenzaron a producirse después de rezar a Nuestra Señora de la Clemencia de Absam. El cristal de sólo siete pulgadas de alto y cinco pulgadas de ancho puede verse claramente dentro de una urna de metal con rayos de oro, corona y flores de oro y piedras preciosas. El rostro de la Virgen en la imagen es joven y suave y corresponde al título más afectuoso que suelen utilizar los austriacos y alemanes para la Virgen María: “Nuestra Querida Señora”.


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