DEVOCIÓN A LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA

Desde el principio del cristianismo, la Eucaristía es la fuente, el centro y el culmen de toda la vida de la Iglesia:

  • como memorial de la pasión y de la resurrección de Cristo Salvador
  • como sacrificio de la Nueva Alianza
  • como cena que anticipa y prepara el banquete celestial
  • como signo y causa de la unidad de la Iglesia
  • como actualización perenne del Misterio pascual
  • como Pan de vida eterna y Cáliz de salvación.

La adoración de Cristo en la misma celebración del Sacrificio eucarístico es vivida desde el principio.

Y la adoración de la Presencia real fuera de la Misa irá configurándose como devoción propia a partir del siglo IX.

Tradicionalmente el jueves ha sido considerado como un día dedicado a la sagrada Eucaristía y al sacerdocio, pues los dos sacramentos nacieron el Jueves Santo.

Otra razón: la petición que el mismo Jesús hiciera a Santa Margarita Maria de Alacoque. Estando en adoración al Santísimo Sacramento, Santa Margarita María de Alacoque tuvo el privilegio de recibir la primera aparición de Jesús, las que continuaron por dos años cada primer viernes de mes.

En una ocasión Le indicó que todas las noches del jueves al viernes, la santa debía acompañarlo en el Huerto de los Olivos para rezar la misma plegaria que Él hizo al Padre la noche antes de morir.

Así, cada jueves se hizo común tener la “Hora Santa” para acompañar a Cristo en oración antes del Viernes de la Pasión.

La adoración al Santísimo ha sido una fuente de inspiración para muchos santos a lo largo de la historia. ¡Cómo no! Después de la comunión, es el momento más íntimo que podemos vivir con Él.

Por citar algunos: San Francisco de Asís, San Alfonso María de Ligorio, San Pedro Eymard, Santa Teresa de Jesús, San Felipe Neri, San Pascual Baylon, Santa Margarita María Alacoque, Santa Madre Teresa de Calcuta.

Ellos, con todo el pueblo cristiano, contemplando a Jesús en la Eucaristía, han experimentado qué verdad es lo que dice la Escritura: «contemplad al Señor y quedaréis radiantes» (Sal 33,6).

Es, pues, una espiritualidad de inmensa fecundidad. «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,20).

Cada jueves es un día eucarístico, donde se puede hacer un rato de adoración al Santísimo expuesto en la custodia y luego recibir Su bendición.

Fatimazo por la Paz.

 


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