DEVOCIÓN A LA SANTISIMA TRINIDAD
Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo

El domingo está dedicado a la Santísima Trinidad. Esto es completamente apropiado, ya que el domingo es el primer día de la semana y el día en que ofrecemos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo nuestra alabanza, adoración y acción de gracias.

El domingo es un gran día de fiesta para todo cristiano; aunque otros días son fiestas, este es el día de fiesta por excelencia. Una fiesta para vivir y compartir con otros en la Eucaristía. Un día consagrado enteramente al Señor.

Además de la conmemoración semanal de la Resurrección del Señor participando en la Santa Misa, podríamos dedicar los domingos a honrar, de manera especial, a la Santísima Trinidad, que está en el centro mismo y en la cumbre de la Compañía de Testigos de nuestra vida.

El Catecismo de la Iglesia Católica llama al misterio de la Santísima Trinidad “el misterio central de la fe y de la vida cristiana” (234).

Este gran misterio debe ocupar el primer lugar en la vida de los cristianos.

Una buena forma para realizar esto es hacer de cada domingo un día trinitario especial.

Los domingos, cada vez que hagamos la Señal de la Cruz, podemos esforzarnos por hacerlo de tal manera que realmente nos concentremos en lo que decimos: “¡En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo!”.

Además, podríamos llevar a nuestra oración mental este gran misterio de nuestra Fe, tomándolo como tema de meditación durante unos minutos.

Los domingos, al pasar de una ocupación a otra, puede resultarnos útil repetir alguna jaculatoria a la Trinidad; por ejemplo: “¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!” o “¡Ave María, hija de Dios Padre, Ave María, madre de Dios Hijo, Ave María, esposa de Dios Espíritu Santo! ¡Más grande que tú, nadie más que Dios!”.

Cuántas veces nos hace notar la Sagrada Escritura, que Cristo pasó por el mundo bendiciéndolo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Los apóstoles, los evangelistas heredaron de Cristo esta actitud.

Este misterio que no podemos comprender totalmente, sí podemos vivirlo, ya san Pablo, se despedía de las comunidades cristianas diciendo: ”La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo, esté siempre con ustedes”.

Desde ese tiempo existió en toda la cristiandad el amor a la señal de la cruz.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, comenzamos todas nuestras oraciones, comenzamos la Santa Misa y la celebración de todos los sacramentos y actos de la Iglesia.

Al persignarnos hacemos una señal de la cruz pequeña sobre la frente, la boca y en el pecho sobre el corazón, ¿qué están indicando?

La cruz sobre la frente se refiere al Padre que está sobre todo; la cruz en la boca, indica al Hijo, la Palabra eterna del Padre, brotada desde el seno del Padre celestial desde toda eternidad; la cruz sobre el corazón simboliza al Espíritu Santo.

¿Qué encierra este triple signo? El reconocimiento del misterio creador más central del cristianismo.

Pensemos que cada vez que hacemos la señal de la cruz, estamos reconociendo y confesando la realidad de la Santísima Trinidad.

Este misterio fundamental de nuestra fe, nunca será captado por nuestra capacidad creada de comprensión. Nunca lo podremos captar aquí en la tierra, valiéndonos de nuestros sentidos naturales, nunca lo podremos captar con la inteligencia humana.

Pidamos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, más fe.

Queremos repetir cada vez con más fe: Creo en Dios Padre Todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo. Creo en el Espíritu Santo.

Y pedirle que nuestra vida sea real testimonio de la grandeza del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Que nuestra Madre María, que tal vez como nosotros, no comprendió pero sí vivió ese misterio como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo, nos ayude a vivir a nosotros este misterio.

DEVOCIONES A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

  • Gloria al Padre
  • Símbolo Niceno Constatonopolitano
  • Símbolo de los apóstoles
  • Gloria a Dios
  • Oración de Santa Catalina
  • Oración de San Francisco de Asís
  • Oración más antigua (en lengua española)
  • Oración de Juan Pablo II
  • Actos de fe, esperanza y caridad
  • Obsequios y ofrecimientos
  • Oración de adoración
  • Himno
  • Trisagio
  • Te Deum
  • Símbolo Atanasio
  • Letanías
  • Novena a la Santísima Trinidad
  • Solemnidad
    Domingo después de Pentecostés
  • Fátima y la Santísima Trinidad
  • Antología de textos bíblicos y de vida trinitaria en los Santos

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en El principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Fatimazo por la Paz.

 


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