DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA
LA VIRGEN MARÍA.
Honrarla especialmente y meditar sus virtudes.

Desde los más remotos tiempos de la Iglesia, el sábado ha sido, en la piedad de los fieles y en la liturgia católica, el “día de María”. Como el domingo está divinamente consagrado por la Resurrección del Señor, así el sábado ha sido dedicado especialmente a María.

Cada sábado nos ofrece la oportunidad de meditar sobre la vida de fe de la Virgen, implorar su ayuda para crecer cada vez más en esta virtud y pedirle su intercesión ante su Hijo.

El dies natalis –el aniversario del fallecimiento- ha sido a lo largo de los siglos, el criterio principal para asignar un día concreto a cada santo.

En el caso de la Inmaculada Virgen María, el Sábado Santo fue el día de martirio, Jesús había muerto. Y tal como profetizó Simeón: “¡A ti misma una espada te atravesará el corazón!” (Lc 2,35).

El Sábado Santo, cuando todos los demás habían abandonado a Cristo en la tumba, ella Le fue fiel, esperando confiadamente Su Resurrección para el primer día de la semana.

Recordamos el Sábado Santo, como el día en que “todos se fueron” pero la fe de María permanece: conmemoramos la hora de fe de María.

Así, desde la hora que Nuestro Señor murió en la Cruz aquel Viernes Santo, hasta el Domingo de la Resurrección, sólo Nuestra Señora creyó en Su Divinidad, sólo ella tuvo fe perfecta. En ese sábado, en toda la tierra, fue María quien personificó a la Iglesia Católica.

El sábado dedicado a ella, es el puente entre la tristeza de estar sin Jesús y la enorme alegría de vivir con Él; así la Virgen, firme en la fe, es la medianera entre Dios y los hombres.

En la esperanza de la Virgen el Sábado Santo, todos los cristianos estamos llamados a vivir nuestro camino hacia la Casa del Padre, con la certeza de que Cristo resucitó, venció a la muerte y nos dio la vida eterna.

Examinemos como vivimos habitualmente el sábado. ¿Qué podemos hacer para honrar a María?

Son muchas las devociones marianas para practicar los sábados: escoger una jaculatoria para ir repitiendo a lo largo del día, acudir a un santuario o Iglesia dedicada a la Virgen, rezar el Santo Rosario, el Ángelus, o el Regina Coeli, la Salve…

Devociones que pueden ayudar a traer a la Virgen María a tu vida

Los frutos de la devoción a María

a) Quienes la honran obtienen una mayor benevolencia de parte de María. Ella por su gran poder de intercesión, consigue mayores gracias de Dios para que vivan mejor su vida cristiana, conduciéndolos hasta las cimas de la santidad. Ella es la Reina de los Santos.

b) A los pecadores, que junto con el deseo de enmendarse la honran y se ponen bajo su protección, les alcanza la gracia de la conversión y no dejará de socorrerlos y de conducirlos a Dios. Ella es Refugio de los pecadores.

c) A quienes la invocan confiada y perseverantemente, María puede alcanzarles la gracia de la perseverancia final, don inestimable, como lo llama San Agustín. Y, por eso, le pedimos en el Ave María: «ruega por nosotros…en la hora de nuestra muerte». Ella es Auxilio de los moribundos.

d) Finalmente, si tenemos en cuenta que la devoción a María se deriva de la fe en la Encarnación redentora, a mayor fe, mayor devoción y, en consecuencia, se confirman en la Iglesia los fundamentos de la fe y se desvanecen las herejías. Santa María es Madre de la Iglesia.

Santísima Virgen María, ruega por nosotros!

Fatimazo por la Paz.

 


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