LA ASUNCION DE MARIA AL CIELO - Historia:

🔺A mediados del S.XX, Pío XII inauguraba la Era de la Asunción, la Era de la Mujer vestida del Sol, que es el mensaje de Fátima «con todo su brillo glorioso y en todo su poder salvífico»

🚨Un suceso extraordinario aconteció al Papa Pío XII en la antevíspera de la declaración del Dogma:

——El Pontífice fue testigo durante tres días de la danza del sol en los Jardines Vaticanos, cuando se disponía a declarar solemnemente el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen——
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🔺Visión de SS Pío XII:
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«Era el 30 de octubre de 1950, antevigilia del día, esperado con tantas ansias por todo el mundo católico, de la solemne definición de la Asunción al cielo de María Santísima.

Hacia las 4 de la tarde, realizaba mi acostumbrado paseo por los jardines vaticanos, leyendo y estudiando, como siempre, varios documentos de despacho. Iba subiendo desde la plaza de la Virgen de Lourdes hacia la cima de la colina, por el camino a la derecha que discurre paralelo a lo largo de la muralla. De repente, habiendo alzado los ojos de los folios que tenía en la mano, fui sorprendido por un fenómeno que no había visto nunca hasta entonces.

El sol, que todavía estaba bastante alto, aparecía como un globo opaco amarillento, rodeado completamente por un aro luminoso, que, sin embargo, no impedía en modo alguno mirar fijamente al sol, sin experimentar la mínima molestia. Sólo tenía delante una ligerísima nubecilla. El globo opaco se movía ligeramente hacia afuera, sea girando, sea yendo de izquierda a derecha y viceversa. Pero en el interior del globo se veían con toda claridad y sin interrupción movimientos fuertísimos.

El mismo fenómeno se repitió al día siguiente, 31 de octubre, y el 1º de noviembre, día de la definición; y, de nuevo más tarde el 8 de noviembre, octava de la misma solemnidad. Desde entonces no más.

Varias veces, en los días siguientes, a la misma hora y con las mismas o similares condiciones atmosféricas, procuré mirar al sol para ver si aparecía el mismo fenómeno, pero fue en vano. No podía mirarlo ni siquiera por un instante pues la vista quedaba inmediatamente cegada. Durante los siguientes días di a conocer el hecho a pocos íntimos y a un pequeño grupo de cardenales (tal vez cuatro o cinco), entre los cuales estaba el cardenal Tedeschini.

Cuando éste, antes de su partida para la misión de Fátima, vino a visitarme, me comunicó su propósito de hablar de ello en su homilía. Yo le respondí: “Déjalo estar, no es el caso”. Pero él insistió, defendiendo lo oportuno de semejante anuncio, y entonces le expliqué algunos detalles del acontecimiento. Ésta es, en breves y sencillos términos, la pura verdad». SS PIO XII

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