El ángel de Fátima y su conexión con la Semana Santa

Durante las 3 apariciones del Ángel a los pastorcitos en Fátima hay un hilo conector entre una aparición y otra: pedir perdón, sacrificarse y reparar por los pecados con los cuales Dios es ofendido.

En la 1a aparición el Ángel les enseña a LucIa, Jacinta y Francisco la oración: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman“.

En la 2a , el Ángel los invita a ofrecer sacrificios como reparación por todo lo que Dios es ofendido y, al mismo tiempo, suplicando la conversión de los pecadores.

En la 3a y última aparición el Ángel, habiendo dejado suspendido en el aire el Cáliz, se arrodilla y repite por treces veces la siguiente oración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, os ofrezco el preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los marinos infinitos de su Santísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores”.

El mensaje del ángel no es sólo el de pedir disculpas en nombre de, lo cual ya es meritorio.

El ángel con su constante llamada a la reparación y a ofrecer sacrificios nos invita a asociarnos al MISTERIO PASCUAL, a este misterio de amor, siguiendo las huellas de nuestro Redentor, asociándonos a su sacrificio, y así llegar a ser auténtica y verdaderamente discípulos de Jesús; y es esta participación en su sacrificio lo que constituye el ápice de la imitación de Cristo.

El ángel invita a los pastorcitos, y en ellos nos llama a todos, pues todos estamos llamados a unirnos y participar de esta expresión máxima del amor, y así y solo así construir una civilización de amor y de paz.

Que en esta Semana Santa busquemos con nuestra oración y sacrificio sustituir, reparar por aquellos que se encuentran alejados de Dios, alejados de este misterio de amor grande y glorioso: la unión con Dios.

Para ello contamos con la fuerza y las enseñanzas del Ángel de la Paz, el Ángel de Portugal.

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