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Día 7
La Anunciación
En María

Todos los 25 de marzo festejamos un día muy importante, el día en que Dios se hizo hombre. Como tú bien sabes, Dios había prometido, a Adán y Eva, un Salvador, que fue el mismo Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

El Hijo le dijo al Padre: “Aquí estoy, quiero salvar a los hombres y quiero sufrir el castigo que ellos merecen. Quiero devolverles la gracia y abrirles las puertas del cielo”. Y Dios Padre, por amor a nosotros, los hombres, nos entregó a su único Hijo.

Fue así, entonces, que el Hijo de Dios se hizo hombre, uno como nosotros, y su nombre es Jesús, que significa Salvador.

Pero antes que sucediese esto, Dios envío al ángel Gabriel a la Virgen María y le preguntó si ella quería ser la Madre del Hijo de Dios. Y María dijo que sí. No era fácil ser la Madre de Dios, porque implicaba sufrir mucho. Pero ella aceptó igualmente, con mucha valentía.

¿Y sabes dónde se hizo hombre? Se hizo hombre en el seno de la Virgen. Se hizo el hijo de María. Y vivió en María por nueve meses, comiendo lo que ella comía y yendo a donde ella iba. Jesús vivía en María.

Nosotros tenemos que hacer lo mismo: vivir en María, haciéndonos de nuevo como bebés en su seno. ¿Pero cómo podemos entrar en el seno de la Virgen? Es muy fácil: sólo hace falta quererla muchísimo, pensar en ella, recordarla y hablarle. Porque cuando queremos a una persona mucho, mucho, esa persona vive en nosotros y nosotros en ella, aunque estemos separados y en distintos lugares. Tenemos que amar a la Virgen mucho, para poder así vivir en ella, dentro de su seno. Los buenos hijos de María, siempre quieren vivir en ella. Nosotros debemos hacer lo mismo: vivir en María.

El propósito de hoy será pensar en la Virgen muchas veces en el día, todas las que puedas; recordando que tú estás en ella. Antes de hacer cada cosa, como comer, jugar, hacer los deberes, ir a la escuela, dirige unas palabras interiormente a ella, diciéndole que quieres que ella esté a tu lado, haciendo todo junto a ti. Así todo lo que hagas será hecho en María. Recurre a ella especialmente cuando algo te cueste, cuando hagas un sacrificio y también cuando tengas una alegría. Al final del día prepara un ramo de flores para la Virgen y pon tantas flores como veces en el día la recordaste.

Repite muchas veces durante el día: soy todo tuyo María.

Ahora reza la oración:

Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

San Luis María, ruega por nosotros.

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