Porqué para la Iglesia el Sábado Santo, tras la muerte de Jesús en el Viernes Santo, "es un día de silencio absoluto”?

En este día la Iglesia nos invita a contemplar la sepultura de Jesús y a permanecer en la espera con María.

Es un día de silencio, pero con una característica única. Es un silencio que lleva a la esperanza. Y para adentrarnos en él no encontraremos mejor mano que nos guíe que la de María.

En el Sábado Santo, la Iglesia guarda silencio. Las campanas no suenan, las iglesias están desnudas y silenciosas.

Estamos invitados a unirnos a la Virgen Madre y a vivir a la espera del nuevo Día. El Sábado Santo nos ayuda a entender cómo vivir en expectativa confiada los muchos días de silencio que la vida nos presenta en el camino.

Es bueno hacer una pausa con María, porque es la única manera de reanudar el viaje.

Es un silencio en el que se medita y se recuerdan las promesas de Cristo: “Yo estaré siempre con vosotros”. Y en ese aparente fracaso brota de nuevo la esperanza.

Todo está envuelto en un silencio especial. La creación entera anhela ser renovada.

Hoy Cristo ha sido depositado en el sepulcro y la tierra ha recibido en sus entrañas a aquel que un día vio la luz saliendo de las entrañas virginales de María.

Ella, en medio del silencio de Dios y la ausencia de su Hijo, confía en que el Padre sigue adelante con su Obra amorosa de Salvación.

¿Cuántas veces pensamos: Dios calla, se ha olvidado de mí?

Hoy, María nos propone vivir en nosotros su fe del Sábado Santo.

Al igual que en el duelo de nuestros seres queridos, éste es el día para traer a la memoria, en el silencio y en la intimidad, toda la vida de amor de Jesús y recordar los espacios compartidos con nosotros.

Dejar que cada una de las palabras, sobre todo aquellas más significativas para nosotros, se prendan en el corazón.

Hoy María te dice a ti como les dijo a ellos entonces: ¡espera en el Señor, ten ánimo, sé valiente, espera en el Señor!

El secreto de María está en esa actitud que podemos leer en el Evangelio de San Lucas (2, 16-21): "María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón."

Ella la Madre de la Soledad en el Sábado, es la Madre esperanzada. Así queda la creación a la espera de la Victoria definitiva.

Vivamos en esa espera confiada, mirando a María, dejando que Cristo resucite en cada momento, otorgándonos la PAZ y la serenidad, frutos del abandono.

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