San Josémaría Escrivá de Belaguer enseña sobre el Sagrado Corazón de Jesús:
Dios Padre se ha dignado concedernos, el Corazón de su Hijo, tesoro inagotable de amor, de misericordia, de cariño.
Jesús en la Cruz, con el corazón traspasado de Amor por los hombres, es una respuesta elocuente a la pregunta por el valor de las personas.
Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de Dios se entrega para redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos.
Para saber de verdad lo que es el corazón humano y el Corazón de Cristo y el amor de Dios, hace falta fe y hace falta humildad.
Con fe y humildad nos dejó San Agustín unas palabras universalmente famosas:
“nos has creado, Señor, para ser tuyos, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.
Vivir en el Corazón de Jesús, unirse a él estrechamente es, por tanto, convertirnos en morada de Dios.
El que me ama será amado por mi Padre, nos anunció el Señor. (Juan 14:21)
Y Cristo y el Padre, en el Espíritu Santo, vienen al alma y hacen en ella su morada.
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