Día 1
Hacer sacrificios
Hoy es el primer día, y tenemos que aprender algo muy importante. Pero antes te contaré una historia muy bonita. Hace no mucho tiempo, en un pueblito llamado Fátima, la Virgen María bajó del Cielo y se apareció a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. Francisco y Jacinta eran hermanos, y Lucia, la prima de ellos.
Un día, mientras cuidaban las ovejas, una señora muy hermosa, vestida con un manto blanquísimo, y con el rostro lleno de luz, se les apareció sobre un arbusto. Era la Virgen María que quería pedirles un favor muy grande. Ella quería que no se ofendiera más al Corazón de Jesús ni a su Inmaculado Corazón. Y les dijo que su Corazón y el Corazón de Jesús están muy tristes, porque hay muchas personas que no obedecen a Dios y se van al infierno. Les dijo también que por eso ella quiere que los niños se porten bien y hagan sacrificios.
Pero ellos eran muy pequeñitos y no sabían qué significaba hacer sacrificios. Por eso, se lo preguntaron a la Virgen , y ella les explicó que sacrificio significa hacer buenas obras que son difíciles y no nos gustan, para así poder consolar al Corazón de Jesús, que está muy triste.
Ellos lo entendieron muy rápido.
Desde ese día, Francisco, Jacinta y Lucía, siempre hacían sacrificios para entregárselos a María. Un día Jacinta no comió una comida que era muy deliciosa, y otro día, Francisco dio sus caramelos y merienda a unos niños más pobres; y aunque él se quedó con mucha hambre, estaba muy feliz porque hizo un sacrificio para Jesús. Lucía, que era la más grande, también hacía sacrificios, y rezaba mucho el Rosario para que los pecadores no fueran al infierno.
¿Quieres tú hacer también sacrificios? Hoy es el primer día de la preparación y tenemos que aprender a hacer pequeños sacrificios. Por ejemplo: puedes dejar hoy de comer alguna cosa que te gusta mucho y dársela a otra persona, quizás a algún pobre. O, si quieres, puedes hacer el sacrificio de no quejarte de algo que te duele o que no te gusta. Hay muchos modos de hacer sacrificios, y cuando los hagas tienes que decir siempre en tu interior: “Lo hago por Jesús y María”.
Hoy harás entonces, algunos sacrificios para mejor prepararte para tu consagración. Y no olvides de decir muchas veces: soy todo tuyo María.
Ahora recita la oración:
Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.
San Luis María, ruega por nosotros.