Prólogo
Cada uno debe “industriarse de todas las maneras posibles para insinuar en el corazón de los jóvenes una filial devoción a
María Santísima”, decía nuestro querido san Juan Bosco. Ya que, “así como en el orden natural, todo niño debe tener un padre y una madre, del mismo modo, en el orden de la gracia, todo verdadero hijo de la Iglesia debe tener a Dios por Padre y a María por Madre”.
Inspirado en el amor filial a la Virgen Santísima y con la creatividad propia que hace al misionero hacerse débil para ganar a los débiles, el autor de este valioso material nos ofrece en la presente obra “Mi consagración a María” un instrumento igualmente muy útil para padres, catequistas y párrocos así como para los más pequeños, con el fin de que éstos se consagren a María según el espíritu de san Luis María de Montfort.
Cada etapa de la preparación, descubre en un lenguaje sencillo y catequético −que tan acertadamente se adecua a la mente del niño−, toda la ternura y la riqueza de la verdadera devoción a María Santísima. De modo que, así como un niño saca todo su alimento de la madre, que se lo da proporcionado a su condición, del mismo modo los niños, conforme avancen en la preparación, se irán alimentando de María, que en el decir de san Luis María, es “el Pan de los niños”.
Fiel al método montfortiano y sin embargo, escrita de manera breve, “Mi consagración a María” nos recuerda a todos que la consagración a la Santísima Virgen es el camino más fácil y más rápido para llegar a Jesús y les ofrece a los niños una forma entusiasmante de participar en esta práctica centenaria de tal manera, que en solo unos pocos días, llegarán a conocer a la Virgen como nunca antes y les permitirá tomarse de su mano para llegar a Cristo.
Asimismo, el p. Ibarra ha sabido nutrir su obra con ejemplos concretos de virtud tomados de la vida de los santos con el fin de despertar en el niño la emulación santa, según corresponde a la piedad infantil. Son prácticas de piedad cristiana – como “llevarle flores a la Virgen o ponerle una velita como un regalo” −, u oraciones breves, etc., todo lo cual contribuye a inculcar en los más pequeños una santa y verdadera devoción a la Madre de Dios.
En fin, consideramos que “Mi consagración a María” es una obra de gran valor devocional y religioso para los más pequeños y que si la consagración a la Virgen en materna esclavitud de amor es abrazada de todo corazón desde la infancia, ésta no solo posee una eficacia santificadora individual sin par, sino que es el grano de mostaza del que habla el Evangelio para la instauración del Reino de Cristo.
San Juan Pablo II decía: “María, la Madre de Jesús, ha dirigido siempre, en el curso de la historia, su atención maternal a los
pequeños”. Confiamos entonces que la ternura y la simplicidad de la espiritualidad mariana que los niños encontrarán estos días, les permitirá avanzar confiados de la mano de María hacia la patria celestial, a la que todos aspiramos, siendo éste el camino principal sobre el que debemos educar a nuestros niños y jóvenes, porque consagrarse a Ella es consagrarse al mismo Jesucristo, al cual Ella está inseparablemente unida.
P. Gustavo Nieto, IVE