Oración comunicada a los pastorcitos en un impulso íntimo.

Cuando la Virgen apareció ante los niños el 13 de mayo del 1917, ella les dijo “Tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios estará con vosotros y os fortalecerá”.

Narra Lucia que mientras la Virgen les decía aquello, una luz proveniente de sus manos los envolvió y ellos, maravillados por aquella visión, cayeron de rodillas y dijeron en coro aquella oración que les brotó del corazón:

«¡Oh Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento!”.

¡Cómo es Dios!

En la primera aparición, Nuestra Señora conduce a los niños al encuentro con el Dios Uno y Trino: « …abrió por primera vez las manos comunicándonos una luz tan intensa como un reflejo que de ellas se irradiaba, que nos penetraba en el pecho y en lo más íntimo del alma, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios que era esa luz, más claramente que nosotros nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces con un impulso íntimo, también comunicado, caímos de rodillas y repetíamos íntimamente: “Oh Santísima Trinidad, yo Os adoro. Dios mío, Dios mío, yo Os amo en el Santísimo Sacramento”.»

Ese encuentro íntimo y profundo con Dios, que Ella misma propicia por caminos íntimos y misteriosos de la vida interior lo refleja sor Lucia en sus memorias al cabo de la tercera aparición hablando de Francisco: «En la tercera Aparición, Francisco parece que fue el que menos se impresionó con la vista del infierno, a pesar de que también le causase una sensación grande. Lo que más le impresionó y absorbió era Dios, la Santísima Trinidad, en esa luz inmensa que nos penetraba hasta en lo más íntimo del alma. Después decía: Estábamos ardiendo en aquella luz y no nos quemábamos. ¡Cómo es Dios! ¡No se puede decir! Esto sí que nadie lo puede decir. Da pena que esté tan triste. ¡si yo le pudiese consolar!»


Categories: Fatimazo

0 Comments

Déjanos un comentario