Martes dedicado a Los Ángeles Custodios
¡Tienes un ángel!

“Ten confianza con tu Angel Custodio. Trátalo como un entrañable amigo, lo es, y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día”. San Josémaría Escrivá de Balaguer.

Un amigo fiel no tiene precio, está siempre dispuesto a ayudarte y a quererte de verdad.Te conoce y se preocupa por ti, busca la manera de apoyarte para que no te sientas solo y te da de su tiempo. ¿Cuánto valoras a un buen amigo?

En una de sus homilías, en su libro “Es Cristo que pasa”, San Josemaría Escrivá nos recuerda que la tradición cristiana describe a los Ángeles de la Guarda como grandes amigos que Dios ha puesto al lado de cada hombre. Por eso nos invita a tratarlos y a acudir a ellos; son el amigo fiel que nos acompaña en nuestros caminos.

A todos, Dios nos ha dado un Ángel de la Guarda que nos cuida y protege ¡Cómo nos quiere Dios! ¿Acudes a tu Ángel de la Guarda o Ángel Custodio?, ¿Le pides ayuda con frecuencia?

Nuestro Ángel de la Guarda nos ayuda a aceptar la voluntad de Dios, también, nos ayuda a actuar con prontitud cuando nos esforzamos por ser personas de bien; en momentos de dificultad, podemos pedirle que nos ilumine y nos ayude a discernir la mejor forma de resolver una situación que nos aflige o a saber actuar acertadamente.

Sin embargo, seria un tremendo error pensar en el Ángel de la Guarda como un hada que nos resolverá los problemas por arte de magia, ahi ya no será devoción, sino superstición.

La devoción de san Josemaría a los Àngeles Custodios fue tal, que Dios le hizo ver el día de su fiesta el Opus Dei: un 2 de Octubre de 1928: transmitir a todas las gentes de la tierra que desde su trabajo se podía alcanzar el cielo si éste se realizaba por amor a Dios y se ofrecía con la mayor perfección humana posible pues se entregaba como don a nada menos que Dios nuestro Señor.

Tenía la certeza de que Dios ha puesto un Ángel al lado de cada hombre para ayudarle en el camino de la vida, por eso acudía a su propio Ángel Custodio en todas las ocasiones materiales y espirituales que experimentaba.

Reconocía esto diciendo: “Por años he experimentado la ayuda constante, inmediata, del Ángel Custodio, hasta en detalles materiales pequeñísimos”.

Por ejemplo, entre los años 1928 y 1940, cuando se le estropeaba el despertador como no tenía dinero para llevarlo a arreglar, acudía confiadamente a su Ángel Custodio para que le despertase por la mañana a la hora prevista. Nunca le falló. Por eso, le llamaba cariñosamente mi relojerico.

Cuando saludaba a Jesús en el Sagrario, agradecía siempre a los ángeles, allí presentes, la adoración continua que prestan a Dios.

Nosotros podemos imitar a este gran santo en estas tres bonitas costumbres: pedirle , saludar y dar gracias a nuestros queridísimos Ángeles Custodios.

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Oración.


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