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Capítulo 3

EL DÍA DE MI BAUTISMO

Ya aprendimos que la Virgen es el camino secreto y que tenemos que ser sus esclavos. Ahora quiero explicarte lo que pasa en tu alma cuando te haces esclavo de la Virgen.

Cuando éramos pequeñitos, o algunos cuando eran más grandes, fuimos bautizados y nos hicimos hijos de Dios.

Fue un día muy importante para todos nosotros porque nos vaciamos de lo malo, del pecado, y nos transformamos en hijos de Dios. Nuestra alma quedó toda limpia.

¿Sabías tú que cuando nos hacemos esclavos de María nos pasa algo muy parecido? Es como bautizarnos de nuevo, porque nos vaciamos de lo malo que hay en nosotros y prometemos hacer muchas obras buenas y sacrificios. Cuando nos hacemos esclavos de María, renunciamos al demonio y nos unimos a ella y a Jesús.

Antes del bautismo, éramos esclavos del diablo y pertenecíamos a él. Pero ahora, después del bautismo, somos esclavos de la Virgen y estamos siempre a su servicio.

Pero a veces nos olvidamos de esto y no nos acordamos de que fuimos bautizados y que prometimos ser santos, obedientes y buenos. Por eso, tenemos que ser fieles y perseverar. La Virgen nos ayudará mucho, siempre que seamos buenos esclavos.

Ser esclavo de la Virgen es una cosa muy bonita, porque nos hace ser verdaderamente libres. Nos libera del pecado y de nuestro propio gusto, para hacer sólo lo que Jesús y

María quieren. Si siempre hacemos lo que se nos antoja, el que manda es el capricho, y no la Virgen.

El verdadero esclavo de la Virgen es el único realmente libre y un muy buen hijo suyo.

¡Seamos los mejores esclavos de la Virgen!

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