Capítulo 4
Mi amigo y Maestro interior
Como te darás cuenta, ya hemos aprendido un montón.
La Virgen es nuestro camino secreto. Ella nos lleva a Jesús y nosotros debemos ser sus esclavos, entregándole todo lo que tenemos y somos, tal como hicimos el día de nuestro bautismo.
Pero a veces todo esto es muy difícil, porque nos cuesta mucho o nos olvidamos. Pero no hay de qué preocuparse, porque Dios nos envía un gran amigo, una Persona Divina que nos consuela y nos da fuerza para poder ser buenos esclavos. Él es el Espíritu Santo y es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Como tú bien sabes, Dios es sólo uno, pero en Él hay tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Siempre decimos estos nombres cuando nos hacemos la señal de la cruz, antes de rezar. El Espíritu Santo es tan Dios como el
Padre y como el Hijo, Jesús. Él siempre estaba con Jesús y la Virgen, y a veces se aparecía como una paloma o como fuego o viento, porque él es un amigo invisible, aunque muy verdadero y real. Por ejemplo: un día se apareció a los Apóstoles y a la Virgen como fuego, y les dio muchas fuerzas para ser santos y no tener miedo a sufrir y a morir por Jesús.
El Espíritu Santo es entonces nuestro amigo que nos da vida en el alma y nos hace buenos hijos de María. Sin Él, nosotros no podríamos querer ni a Jesús ni a la Virgen. Él también nos hace esclavos de la Virgen e igualitos a ella. Es muy bueno y le gusta vivir en nosotros, siempre y cuando no cometamos pecado. Nos quiere tanto que siempre está con nosotros, incluso cuando dormimos, y más todavía cuando rezamos.
El Espíritu Santo no es sólo un muy buen amigo, sino que también es nuestro maestro que nos enseña muchísimas cosas y nos hace entender las cosas más difíciles. Por eso siempre tenemos que pedirle ayuda para poder entender y amar mucho las cosas de Dios que aprendemos en el Catecismo. En especial tenemos que pedirle que nos haga entender cómo ser buenos esclavos e hijos de María.
Además, el Espíritu Santo nos habla al oído todos los días. Nos dice qué tenemos que hacer y qué no hay que hacer. Él es el mejor consejero y guía. A veces nos dice que nos portemos bien, que ayudemos en casa, que no seamos envidiosos y que no nos quejemos. Otras veces nos dice que hagamos la tarea, que obedezcamos a mamá y papá, y que recemos al despertarnos y cuando nos vamos a dormir.
Él nos hace acordar que tenemos que rezar el Rosario, que tenemos que ir Misa los domingos y querer mucho a Jesús y a la Virgen.
¡Tenemos que estar atentos, para hacer siempre lo que nos dice! Hay que aprender a reconocer su voz, porque es una voz que sólo se escucha en nuestro corazón, en nuestra mente.
¿Estás listo para escuchar a tu amigo y maestro interior?