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Día 3
Querer ir al cielo

Tercer día. Ya hemos aprendido muchas cosas importantes. Hoy aprenderemos otra cosa más, que a la Virgen le gusta mucho que hagamos. Pero primero contaremos una historia.

Hace no mucho tiempo, la Virgen se apareció a una niña. Su nombre era Bernardita. Resulta que Bernardita, junto con su hermana, fue a buscar leña para la cocina. Como eran muy pobres, todos tenían que ayudar y trabajar en la casa.

Fue entonces Bernardita cerca del río, donde había una cueva, porque allí había mucha leña. De repente, en la misma cueva, vio a una hermosa señora, toda vestida de blanco, con una faja celeste y rosas de oro en los pies. Bernardita estaba muy sorprendida y no sabía quién era aquella hermosa señora. Luego, le preguntó cuál era su nombre. Y la hermosa señora le respondió: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, o sea, la Virgen María, que nunca tuvo pecado, ni siquiera el primer pecado, el pecado original, que se borra con el bautismo.

María es la única mujer que desde el seno de su madre no tuvo pecado.

Bernardita estaba muy contenta de poder ver a la Virgen María, pero muchos no le creyeron y tuvo que sufrir mucho, porque la gente se burlaba y la trataba de loca. Pero ella estaba tranquila, porque la Virgen le había dicho: “En esta vida sufrirás mucho, pero en el Cielo serás muy feliz”. Desde ese momento, Bernardita pensaba mucho en el Cielo y quería ir allí. No le importaba tener que hacer sacrificios, estar enferma o que se burlen de ella. Sólo le importaba ir al Cielo y ver de nuevo a nuestra mamá, la Virgen María.

Bernardita nos da un ejemplo muy importante para nuestra preparación: tenemos que querer ir al Cielo. Allí están Jesús, la Virgen y todos nuestros santos amigos.

Nosotros, los hijos de Dios y María, no pertenecemos a este mundo, nuestra verdadera casa está en Cielo, porque fuimos creados para eso, para estar con Dios y la Virgen, juntos y para siempre.

Llegar al Cielo es lo mejor que nos puede pasar, y perderlo, es lo peor. Lo más importante es conseguir el Cielo, y el resto no importa.

¿Y cómo se llega al Cielo? Haciendo lo que Dios quiere que hagamos. Cumplir los mandamientos, hacer obras buenas y sacrificios. Hay que obedecer y portarnos bien. Si hacemos estas cosas, Dios nos dará el Cielo, que es el mejor premio de todos.

Hoy escribirás una carta a la Virgen, pidiéndole que te haga llegar al Cielo, y le dirás que tienes el firme propósito de hacer todo lo que sea necesario para poder estar con ella, en el Cielo y para siempre.

Y ahora, reza la oración:

O h Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

San Luis María, ruega por nosotros.

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