La Semana del Cristiano con santa Teresita del Niño Jesús - MARTES. Dedicado a los Ángeles Custodios

Teresita animó a su hermana Celina a vivir el santo abandono invocando la presencia de su Ángel de la guarda:

“Jesús ha puesto ahí a tu lado a un Ángel del cielo que te guarda siempre y que te lleva de la mano para que tu pie no tropiece en ninguna piedra. Tú no lo ves y, sin embargo, es él quien desde hace veinticinco años ha preservado tu alma y quien le ha conservado su blancura virginal, es él quien aleja de ti las ocasiones de pecado... Fue él quien se te mostró en aquel sueño maravilloso que te envió cuando eras niña: veías a un Ángel que llevaba una antorcha y que caminaba delante de nuestro padre querido. Sin duda, quería darte a conocer la misión que más tarde ibas a cumplir... Tu Ángel de la guarda te cubre con sus alas, y en tu corazón reposa Jesús, pureza de las vírgenes. Tú no ves tus tesoros. Jesús duerme y el Ángel permanece en su misterioso silencio. Sin embargo, están ahí, con María, que te esconde, también ella, bajo su manto...” (Carta 161, abril 26 de 1894).

En un plano personal, Teresita buscó la guía de su Ángel de la guarda y su protección para no caer en pecado: ”¡Santo Ángel de la guarda, cúbreme con tus alas, / que iluminen tus fuegos mi peregrinación! / Ven y guía mis pasos..., te suplico me ayudes” (Poema 5, v. 12), “Santo Ángel de mi guarda, cúbreme siempre con tus alas, para que nunca tenga la desgracia de ofender a Jesús” (Oración 5,7 vº).

Confiada en su íntima amistad con su Ángel, Teresita no dudó en solicitarle favores particulares. Así, por ejemplo, en una carta a su tío, entristecido por la muerte de un amigo, escribe: “Lo pongo en manos de mi Ángel de la Guarda, creo que un mensajero celestial cumplirá bien mi encargo; le envío al De igual manera podía enviar a su Ángel a participar en la Misa que su hermano espiritual, el Padre Roulland, misionero en China, ofrecería por ella: “El 25 de diciembre no dejaré de enviarle a mi Ángel de la Guarda para que deposite mis intenciones junto a la hostia que usted consagrará” (Carta 201, noviembre 1 de 1896).

POEMA DE SANTA TERESITA A SU ÁNGEL DE LA GUARDA

1 ¡Oh mi glorioso guardián,
guardián del cuerpo y del alma,
que en el cielo estás brillando
hecho dulce y pura llama
junto al trono del Eterno!

Por mí bajas a la tierra y
me alumbras con tu luz,
te haces mi hermano, ángel bello,
mi amigo y consolador.

2 Conociendo que soy débil,
¡gran debilidad la mía!,
tú me coges de la mano (1)
y te veo, conmovida,
apartar de mi camino
la piedra que lo entorpece.

Me invita tu dulce voz
a no mirar más que al cielo.
Y cuanto mas pequeñita y
más humilde me ves (2)
tanto más tu clara frente
irradia de puro gozo.

3 Tú que los espacios
cruzas más rápido
que el relámpago,
vuela por mí muchas veces
al lado de los que amo.

Seca el llanto de sus ojos
con la pluma de tu ala, y
cántales al oído
cuán bueno es nuestro Jesús.
¡Oh, diles que el sufrimiento
tiene también sus encantos!

Y luego, murmúrales quedo,
muy quedo, mi nombre.

4 Yo quiero en mi breve vida
salvar a los pecadores,
mis hermanos (3).
¡Oh ángel bello de la patria!,
dame tus santos ardores,
para que en el mismo fuego
que tú te abrasas, me abrase.

Fuera de mis sacrificios y
de mi austera pobreza,
nada más tengo, ángel mío.
Unelo todo a tus gracias y
ofréceselo al Dios Trino.

5 Para ti la gloria, el reino,
las riquezas del que es Rey,
Rey de los reyes del mundo.
Para mí el Pan del sagrario y
el tesoro de la cruz.

Con la cruz y con la hostia,
y con tu celeste ayuda,
espero en paz la otra vida,
la felicidad del cielo,
que nunca terminará.

La Semana del Cristiano.
Fatimazo por la Paz.

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