Semana del Cristiano con San Juan María Vianey, Santo Cura de Ars - Jueves dedicado a la Eucaristía.
Toda la vida de Santo Cura de Ars giró alrededor de dos ejes: la Eucaristía y la confesión.
El tiempo en que no estaba confesando, estaba prácticamente ante Jesús Eucaristía.
En todas sus prédicas luchaba contra los vicios e insistía mucho en acercarse a los sacramentos, hablándoles siempre de la presencia real de Jesús en la Eucaristía.
Cuando predicaba sobre la Eucaristía, solía hacerlo al costado del altar donde estaba el sagrario. No podía terminar las palabras comenzadas por la emoción. Decía: “Felicidad eterna, cielo”... y sus lágrimas suplían su voz. A veces, se interrumpía de golpe y juntaba las manos y volvía la cabeza al sagrario y, después, continuaba como si hubiera contemplado allí lo que iba a decir.
Cuando predicaba, estaba tan impresionado por la presencia real de Jesús en la Eucaristía que perdía, a veces, hasta la voz.
En su parroquia se esforzó cuanto pudo por hacer a todos adoradores eucarísticos.
Consiguió que su parroquia fuera una parroquia eucarística, auténticamente católica, desterrando los vicios e introduciendo las virtudes.
A todos sus feligreses les insistía en la comunión frecuente y en las visitas personales a Jesús sacramentado.
-“Visiten a Jesús. ¡Qué agradable es que lo visitemos! Un cuarto de hora que dejemos nuestras ocupaciones para venir a rezar, a visitarlo, a consolarlo de tantas ofensas que recibe, ¡qué agradable le resulta! Cuando ve venir con diligencia a las almas puras, él se sonríe... Cuando se despierten en la noche, vayan en espíritu al sagrario y digan: “Aquí estoy Señor, vengo a adorarte, a amarte y hacerte compañía con los ángeles”. Digan alguna oración y, si no pueden orar, digan a su ángel custodio que rece en su lugar. Si tuviéramos los ojos de los ángeles para ver a Nuestro Señor presente en el altar, no querríamos separarnos de él y querríamos estar siempre a sus pies, pero nos falta fe. Somos pobres ciegos, tenemos una niebla delante de los ojos y sólo la fe puede disipar esta niebla. Pídanle que les abra los ojos. Díganle como el ciego de Jericó: “Señor, haz que vea”.
En misa, después de la consagración, santo cura de Ars lucia resplandeciente de alegría y, sobre todo, antes de la comunión, cuando él tenía la hostia entre sus manos. Él hacía una pausa para mirar la hostia y lo hacía con una sonrisa tan dulce que se podría decir que veía a Nuestro Señor con sus ojos corporales. Dios le concedió muchos dones. Según testigos, parece que veía a Jesús en la Eucaristía casi todos los días.
Santo cura de Ars se preocupaba sobre el delicado arregló del altar mayor para alojar dignamente al amor de los amores, Jesús Eucaristía.
Decía:
“Si tuviéramos los ojos de los ángeles para ver a Nuestro Señor, que está presente en el sagrario y nos mira, ¡cómo le amaríamos!”
Repetía:
“Él está en el sagrario y nos espera día y noche.
¿Y qué hace en el sagrario? Nos espera.
¡Qué desgracia que nosotros no estemos convencidos de su presencia en el sagrario!
Si estuviéramos convencidos de la presencia real de Jesús en el Santísimo sacramento de la Eucaristía y le oráramos con fe, obtendríamos ciertamente la conversión”.
La Semana del Cristiano.
Fatimazo por la Paz.
Fuente: Vida y anécdotas del Cura de Ars. P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.
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